Por Jan Lunter
Co-fundador y CEO de Innovatrics
Garantizar la elegibilidad del votante es una de las tareas más cruciales que enfrentan los funcionarios electorales. De hecho, es un reto tan antiguo como las elecciones mismas. Desafortunadamente, la polarización política ha hecho del fraude de identidad uno de los problemas más publicitados de las elecciones. Frecuentemente se utiliza para generar titulares negativos y desconfianza entre los electores. Una solución viable a este desafío son los sistemas de identificación biométrica.
La biometría ofrece una confirmación absoluta de la identidad; previene los errores humanos, como errores al tipear, omisiones o problemas de legibilidad; y crea un respaldo digital de los registros en papel. En comparación con los procesos tradicionales de verificación de identidad, como los cuadernos electorales, registros, tarjetas y declaraciones juradas, la biometría es por naturaleza más rápida y conveniente tanto para los funcionarios electorales como para los ciudadanos. La principal ventaja de la verificación biométrica de votantes quizás sea el garantizar la posibilidad de participación del mayor número de electores posibles, a lo largo de toda su vida, sin importar los cambios físicos que la personas experimenten. La suma de estas ventajas hace que la identidad biométrica sea la mejor elección para la verificación de votantes hoy, e incluso en el futuro.
De acuerdo con la base de datos de Tecnologías de Información y Comunicación (ICTs) en las elecciones de IDEA Internacional (para febrero de 2019):
- 35% de los 130 países encuestados captura la data biométrica como parte de su proceso de registro de votantes.
En aquellos países encuestados:
- 25% usa información biométrica para identificar a los votantes en los centros de votación.
- En muchos casos esto involucra una verificación manual, como por ejemplo que el funcionario compare la apariencia del votante con una fotografía en un registro electoral.
- Solo 9% de los países encuestados usa un sistema de identificación biométrica en el que una computadora verifica la identidad del votante.
La biometría de huellas dactilares, y más recientemente del reconocimiento facial, se han vuelto robustas, confiables, estandarizadas y precisas. De hecho, la precisión de ambas supera por mucho las habilidades humanas de reconocimiento. El crecimiento acelerado en la oferta de anchos de banda ultrarrápidos a costos relativamente bajos expandirá aún más las posibles aplicaciones de la biometría, permitiéndole ser una tecnología común incluso en áreas rurales y poco desarrolladas. En este momento, los mayores obstáculos para la adopción universal de la biometría para la identificación de votantes son la resistencia institucional y la dificultad para remplazar sistemas tradicionales ya instaurados.
Adopción temprana y cambio de paradigmas
Los cambios sociales, funcionales y evolutivos están llevando al mundo hacia una mayor adopción de la biometría. La identificación biométrica de votantes se ha asentado en naciones en transición y en aquellas que recién salen de conflictos, particularmente en Asia y en el África subsahariana. Muchos de estos países comparten los mismos problemas: dificultades con su infraestructura física, pobreza y analfabetismo. Esto abre la posibilidad de que algunos países sencillamente se salten las tecnologías del siglo XX. Los teléfonos son un gran ejemplo de este fenómeno; en vez de construir infraestructura para líneas fijas, como estaciones conmutadoras y postes de líneas, estas naciones han saltado directamente a las redes celulares digitales. El acceso a dispositivos móviles entre adultos promedia por encima del 80%, al igual que la adopción de servicios basados en telefonía móvil. El crecimiento de los sistemas móviles en estas regiones juega un papel en la adopción de la biometría, como explicaremos luego.
Los países que están optando por el registro biométrico de votantes generalmente no poseen sistemas confiables de identificación ciudadana. Las razones pueden ser múltiples: pueden ser países establecidos recientemente y son demasiado jóvenes para suministrar tarjetas de identidad a todos sus ciudadanos; el estatus de ciudadanía puede ser difícil de probar si las partidas de nacimiento no son confiables o no existen; la infraestructura del país puede volver prohibitivamente costoso que los ciudadanos obtengan una identificación, ya que puede requerir viajes lentos y costosos. En muchos países, es sencillamente demasiada molestia sacarse una identificación, particularmente cuando no tiene buen uso debido a lo limitado de los servicios gubernamentales.
Los sistemas nacionales de identidad están viviendo escenarios similares a lo que pasó con los teléfonos fijos. Los sistemas de identificación manual obsoletos e incompletos (si es que existieron) están siendo reemplazados con sistemas digitales biométricos. En muchos lugares estos esfuerzos están siendo apoyados financieramente por distintas ONG independientes y organizaciones multilaterales como el PNUD. Estos sistemas biométricos generalmente cumplen doble función y también sirven como bases de registros electorales.
Por qué la biometría es la solución perfecta
El registro biométrico de votantes puede solventar varios problemas a la vez, particularmente si la tecnología es usada en el registro civil de un país y en sus cuadernos electorales. En un día electoral, puede eliminar la necesidad de trasladar al centro de votación valiosos documentos de identidad, como pasaportes o partidas de nacimiento. Puede garantizar el derecho al voto a aquellos cuyos documentos de identidad se han perdido, dañado, o no concuerdan. Este no es un problema raro: un reporte del Banco Mundial de 2018 coloca el número de personas sin documentos formales de identidad en un millardo de individuos, la mayoría en el África subsahariana y Asia.
El problema también afecta a los países desarrollados. En los Estados Unidos, la mayoría de los estados requiere una identificación con foto para registrarse para votar, pero existen obstáculos para aquellos en situación de pobreza, muchas poblaciones de inmigrantes, y muchas personas de la tercera edad que han cedido sus licencias de conducir.
Adicionalmente, casi 80 millones de personas en el mundo fueron forzadas a abandonar sus hogares debido a guerras o persecuciones en 2020, de acuerdo con la agencia de refugiados de la ONU. Este número ni siquiera incluye a aquellos desplazados por catástrofes climáticas como inundaciones, fuegos forestales, hambrunas o tormentas. Para los individuos en ambas situaciones, la identidad (y por ende la votación) es un problema enorme. Los documentos de identidad con frecuencia se pierden, son dañados o destruidos, junto con los documentos necesarios para obtener un reemplazo.
Las personas de género diverso, quienes representan de 0,1 a 2% de la población, también son impactadas por las limitaciones de los sistemas de identidad tradicionales. La biometría, sin embargo, elimina estos retos para aquellas personas que se identifican como no binarias o trans.
El número de personas sin hogar no ha cambiado esencialmente a nivel mundial durante la última década, representando aproximadamente un 1,5% de la población de cada país. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 y su impacto económico pueden forzar un número significativo de individuos a entrar en situación de calle. Cabe destacar que los ciudadanos sin residencia permanente todavía tienen derecho al voto si poseen una forma aceptable de identificación.
La biometría proporciona una confirmación de identidad inmutable para todas las poblaciones afectadas, en todas las situaciones y escenarios. Su portabilidad e inmunidad ante las condiciones, situaciones y cambios externos hacen de la biometría la mejor elección para la gestión de identidad del electorado.
Ampliando el alcance de la biometría
La biometría ya hace posible el principio de “un votante, un voto” en los países donde está implementada, y hará posible el principio de “vota donde y cuando quieras”. La conveniencia que añade es clave para revertir la tendencia a la baja en la participación electoral a nivel mundial.
La adopción masiva de Wifi, Internet de banda ancha y dispositivos móviles inteligentes (teléfonos y tabletas) nos ha vuelto menos dependientes de las agencias bancarias, los automercados y las bibliotecas, por mencionar algunos sitios. De igual manera nos harán menos dependientes de la votación presencial. Estas tecnologías, combinadas con la biometría, serán parte de la nueva ola de sistemas de votación que le permiten al elector decidir dónde y cuándo participar.
Este tipo de votación remota es inmensamente conveniente para los expatriados y ciudadanos que viven fuera del país y que, de una forma u otra, no participarían en una elección. Más allá de la simple conveniencia, los sistemas de votación remotos con capacidades biométricas pueden extender la votación a millones de electores potenciales en áreas rurales remotas, y en países con una infraestructura de transporte poco desarrollada.
En los países en desarrollo, un viaje al centro de votación puede costarle a una familia los ingresos de un día entero de trabajo, además de requerir no solo horas en tránsito, sino días. No obstante, la inmensa mayoría de los ciudadanos en esos mismos países posee dispositivos móviles, lo que les facilitaría votar de forma remota, si sus gobiernos habilitasen este canal de votación. La votación remota también beneficiaría a los votantes con discapacidades, a muchos ciudadanos de la tercera edad, y a aquellos en áreas azotadas por conflictos (que afectan la decisión de ir a votar de las personas porque les da miedo salir). Proporcionarles canales de votación remota a estos grupos, aseguradas mediante biometría que opera en teléfonos inteligentes comunes y corrientes, sería un gran estímulo a la participación electoral.
La nueva frontera
Los dispositivos móviles no solo están mejorando la votación remota, también están haciendo más segura la biometría. Las cámaras en los dispositivos móviles tienen un rol significativo en la próxima generación de seguridad biométrica. Un campo de tecnología llamado “detección de ataques de presentación” (PAD por sus siglas en inglés) distingue artefactos falsos como máscaras o fotos de caras reales en el caso del reconocimiento facial, o guantes con huellas digitales reales en el caso del reconocimiento de huellas; esto mejora la calidad de autenticación biométrica del usuario. La cartera digital de una compañía llamada Folio ya emplea esta tecnología en sus ofertas de productos a nivel del consumidor.
Ahora que el procesamiento de imágenes cuenta con soporte de inteligencia artificial y redes neurales, el reconocimiento facial puede estimar la edad de la persona en la foto. En las elecciones presidenciales y parlamentarias de Guinea de 2020 y 2021, Innovatrics pudo seleccionar a los ciudadanos menores de edad para excluirlos del registro electoral. El algoritmo de reconocimiento fácil basado en inteligencia artificial identificó exitosamente 60.000 de estos casos en una base de más de 7 millones.
Otras innovaciones, que algún día podrán entrar en los registros electorales y civiles, ya están siendo usadas en aplicaciones prácticas. La mayoría de las soluciones biométricas físicas autentican al usuario solo una vez; usualmente al inicio de una interacción, como al momento de iniciar sesión en un dispositivo o registrase en un centro de votación. Esto deja oportunidades para engañar al sistema. Por ejemplo, el usuario original puede darle sus credenciales a otra persona luego de ser correctamente autenticado (como dejar una puerta abierta para alguien más). Para minimizar estas posibilidades, las soluciones biométricas conductuales analizan las interacciones de los usuarios con sus dispositivos, registrando las actividades que varían de los patrones de uso normales. La biometría conductual usa aprendizaje automático continuo para autenticar a los usuarios basándose en sus patrones de comportamiento, tales como presión, giroscopio, zona de contacto de botones, movimiento, acelerómetro, acciones del ratón, etc.
El análisis de la marcha, por ejemplo, usa datos del acelerómetro de un teléfono móvil para medir el estilo único de caminar de un individuo. Esta información puede ser usada entonces para confirmar que el dueño legítimo del teléfono esté en su posesión, lo que es esencial para la votación remota. Investigadores de la Universidad de Manchester concluyeron que el sistema de análisis de la marcha era 99,3% efectivo.
Los dispositivos de lectura de venas están a la vanguardia de la biometría sin contacto. Un dispositivo de autenticación revisa las venas de la palma de la mano con rayos de infrarrojo cercano, los cuales son absorbidos por la hemoglobina reducida dentro de la vena. El escáner lee el patrón de absorción, mapeando el patrón de venas único para cada persona. La información se convierte en datos cifrados que sirven como un registro de identidad. Este tipo de tecnología sin contacto puede volverse más importante a medida que el mundo aprende a vivir con COVID.
La biometría química es un campo todavía emergente que involucra la medición de pistas químicas como el olor y la composición química de percepciones humanas como el ADN. Esta información biométrica codificada se almacena en una base de datos y se valida digitalmente durante la autenticación y la verificación.
Estas innovaciones pueden compensar las carencias en la biometría actual. Por ejemplo, los escáneres de huellas dactilares pueden no servir para individuos cuyas huellas han sido borradas por el trabajo manual o alteradas por una herida catastrófica. Estos problemas son mucho más comunes en países en desarrollo y culturas agrarias. Estas tecnologías pueden o no ser incorporadas en los registros electorales del futuro, pero de igual forma son prueba de que la biometría tiene aún mucho camino por recorrer.
Conclusión
La inclusividad de un registro biométrico es quizás su beneficio más importante: garantiza que la persona sea correctamente identificada incluso cuando el votante no puede leer o firmar su nombre, esté viajando, o no es capaz de asistir a un centro de votación. Los registros biométricos siguen al votante de por vida, sin importar sus condiciones financieras o personales.
Esta tecnología puede eliminar sus duplicados y otras imprecisiones del registro electoral, sean intencionales o accidentales. Los registros redundantes pueden ocurrir cuando la misma persona se registra en diferentes precintos electorales, por ejemplo, sin malicia o con el fin de obtener múltiples identificaciones electorales. Con la biometría, los duplicados en la base de datos son marcados para la revisión humana, donde son verificados o removidos.
La biometría puede asegurar que cada votante emita exactamente un solo voto. En los países donde el fraude electoral puede ocurrir mediante identificaciones falsificadas fácilmente o robadas, la identificación biométrica puede reducirlo a básicamente cero. Los rasgos biométricos no pueden ser copiados, falsificados o robados, una persona está presente o no lo está, y una vez que emite un voto no puede votar de nuevo en la misma elección.