Por Leonardo Valdés-Zurita
Ex Presidente Consejero Instituto Federal Electoral de México
América Latina inició su transición democrática en la década de los 80, parte de lo que Samuel Huntington denominó La Tercera Ola de Democratización. Estos procesos resultaron ser complejos y diversos. Estos cambios políticos trajeron consigo conflictos con las guerrillas, como en Nicaragua; o bien, la firma de acuerdos de paz que pusieron fin a las guerras civiles, como El Salvador. Los regímenes militares fueron derrotados y los sistemas partidistas que habían prevalecido antes de las dictaduras fueron reinstaurados, tal como sucedió en Argentina, Chile y Uruguay; o se creó un nuevo sistema de partidos como en Brasil. Así mismo, hubo una transformación paulatina del sistema partidista hegemónico a un sistema plural y competitivo, como en México.
Las democracias latinoamericanas se han venido consolidando por más de 25 años, pero como otras democracias en el mundo, enfrentan serios problemas y retos. La desigualdad económica y social persiste, provocando altos niveles de insatisfacción con este tipo de régimen y han surgido voces proponiendo la instauración de gobiernos autoritarios como solución. El grado de insatisfacción democrática no es homogénea. Adicionalmente, la heterogeneidad del continente queda exacerbada por las distintas situaciones que caracterizan a los países.
A pesar de esta diversidad, la región latinoamericana en pleno tiene como reto fortalecer la democracia, lo cual fue incluido en un informe elaborado de 2012 por la Comisión Global para Elecciones, Democracia y Seguridad , presidido por Kofi Annan . Dicha Comisión hizo hincapié en: “Para que las elecciones sean democráticas, fomenten el desarrollo y promuevan la seguridad, deben celebrarse con integridad”. La integridad electoral depende de muchos factores, pero existen dos de ellos que resultan esenciales, según la Comisión Global: “para que las elecciones gocen de integridad se deben celebrar de manera competente, profesional, transparente y apartidista, y lo que es igualmente importante, los votantes deben confiar en la forma como se llevan a cabo”.
Casos exitosos en América Latina
En América Latina hemos experimentado grandes progresos en la formación de profesionales y organismos electorales imparciales. En un informe reciente el Consejo Atlántico hizo énfasis en este hecho, al mencionar que “Brasil, India, México y Suráfrica se ubican entre los ejemplos más destacados que merecen reconocimiento, por contar con instituciones electorales sólidas, independientes y efectivas. Otras democracias, nuevas y de trayectoria, deberían tomar como referencia estos modelos.” El éxito del proceso de implementación del voto electrónico en Brasil está sobre el tapete. Este sistema comenzó en la década de los 90 y ha incrementado considerablemente la confianza del votante, básicamente por la velocidad con la que llegan los resultados y son difundidos en el país más poblado de América Latina – en 2014 los resultados de las elecciones fueron declarados en dos horas. Así mismo, el voto electrónico en Brasil ha contribuido a la habilitación de los habitantes de las zonas remotas e inaccesibles.
El caso mexicano
A pesar de no contar con el voto electrónico, México es un buen ejemplo de cómo la tecnología puede ser utilizada exitosamente en la celebración de elecciones. A manera de ilustración tenemos dos casos: el registro electoral y el Programa de Resultados Electorales Preparatorios (PREP) que han sido exitosos, gracias a la tecnología de punta utilizada en ambos casos.
A principio de los 90 se introdujo el registro del elector utilizando información biométrica. El registro electoral es una base de datos constituida por más de ochenta millones de ciudadanos georreferenciados, junto con su información biométrica, incluyendo su fotografía. Según la ley mexicana, los electores deben ejercer su voto en centros electorales ubicados en las cercanías de sus domicilios. La autoridad electoral emite una tarjeta de elector que está vinculada al centro de votación, e incluye la fotografía del elector. Ese documento constituye el medio de identificación principal. Las listas de votantes ubicadas en cada centro muestran la imagen del elector, de manera que se puede utilizar la verificación por foto y nombre. México debe avanzar hacia la identificación biométrica del elector, como ya lo ha experimentado Venezuela entre otros países, con el fin de optimizar las elecciones.
Mediante el Sistema PREP los resultados de cada centro electoral son publicados en internet en solo 24 horas. Este proceso hace posible la captura y visualización de casi el 100% de los resultados emitidos por los centros, gracias a la tecnología utilizada para la trasmisión segura de datos, y la capacidad de publicar de forma confiable un gran volumen de data por internet. La data es preliminar ya que, de acuerdo a la ley, el cómputo de los resultados debe ser realizado manualmente. Para poder introducir el voto electrónico en México es necesario llevar a cabo una reforma de le lay electoral. Si este fuera el caso, y se implementara el voto electrónico en su totalidad, los resultados finales estarían disponibles a pocas horas del cierre de los centros electorales, tal como sucedió en Brasil.
Es posible celebrar elecciones íntegras en México y América Latina utilizando la tecnología electoral desarrollada. Esta contribuirá a garantizar la credibilidad y transparencia de las elecciones, e incrementará la confianza de los ciudadanos en los resultados, lo cual será un gran aporte al desarrollo de la democracia en las Américas.